Cuenta una leyenda….
Que despiertan las puertas del cielo sin calma y las cornisas del Aljarafe refugian a los amantes de la llegada de cálidos alisios en sus encuentros furtivos, una rosa de vientos baila entre nubes de espera que palpitan sin corazón.
El espejo del río se empaña de memorias y la Luna esta triste, destila perdones y culpas mientras los caños de Carmo y las torrenteras vacías aceleran la sonrisa de un atardecer de ocres por su amado Sol. No hay universo, ni firmamento, tan sólo el sonido de unos labios bebiéndose la luna.
El Sol le pidió a la Luna el regalo de una noche inolvidable, y esta enamorada a su vez le exigió un amanecer de brillantes luces, cálidos susurros y brisa con promesa de amor eterno. El sol le mostró su gusto por las fuentes y sus sonidos de correr de aguas, por la sensualidad, por la gracia efímera del perfume, por la belleza… Y la Luna fue fundiéndose lentamente con el bello perfil del aire.
El cielo se ha vestido de estrellas de colores como testigo y el frío de la madruga me ha traído el recuerdo de una rosa de los vientos, esa rosa de tus manos volando hacia la penumbra de tu deseo sin nombre, azuleja y cristalina de cobaltos con esa mirada de mieles claras y de campiña timorata, que permite que el río le cante a través de tu sonrisa. Nada antes que tú tenía sentido le declaro el Sol a la Luna y ahora la niebla del despertar disipada en el verso encendido, mientras el Sol consuma su pasión de no tenerte, como yo te tengo.
Y del amor de ambos en la lejanía de los tiempos, en la maldición de una suave línea de distancia, marcada por el caer del grano a grano de las arenas de un viejo reloj que sostuvo entre sus manos el mismo Atlas, que recortan una vez más el balcón del Aljarafe, sobre el viejo arrabal y la leyenda les regalo una noche y un amanecer y de ambos nació la primera dualidad a un lado Sevilla y al otro Triana....
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