domingo, 8 de junio de 2014

Las Tristezas de María

Llego el año 1939 y Antonio recibió un encargo para una hermandad de Sevilla, su encargo era una dolorosa para una hermandad de negro, de las que Antonio sabía que había que cuidar cada detalle, que no sería una imagen de las populares quizás de las mas inadvertidas, pero que debería ser la imagen divina de la madre, guiada a la Tristeza y con la serenidad y la paz sosegada. Antonio enamorado de su oficio tallo una dolorosa cuyos rasgos son los de una mujer madura, con facciones bien perfiladas y morena, que aparecen envueltos en una clara expresión de tristeza y meditación con una mirada perdida y baja, el gesto de la boca cerrado y una marcada tensión en el entrecejo y en los mismos labios algo apretados. ¿Quien era, en quien se inspiro Antonio? Si Antonio reflejo a la virgen de las Tristezas en la admiración a su esposa...
Admiración al verla, trasmitida su tristeza y serenidad al contemplar  “Assueta vilescunt” dice un viejo adagio, las cosas reiteradas se envilecen. La capacidad de admiración supone siempre “Ojos nuevos” y nueva mirada a la persona que asombra… E incluso inspira al sentimiento, suscitando poesía, como dijo San Tomás: “El motivo por el que el filosofo se asemeja al poeta, es  porque los dos tienen que habérselas con lo maravilloso” y como diría un sevillano “Las Tristezas de María es la imagen del dolor de una Sevillana y que hace uno enamorarse de la Madre de Dios” 

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