martes, 6 de enero de 2015

Eternidad

Despierta la mañana con las sensación de vacío tras la niebla de la noche, no busco mas recuerdo en el corazón ya vació de unas calles que recorro una y otra vez a pie y otras tanto con mi cabeza, recreándome en cada detalle y cada señal o color que me lleva a sentir y sinceramente no sé si volveré, ¿Si es una despedida? no lo sé, de mis recuerdos los cual intento eliminar entre aromas del efímero perfume que una vez me embriago sin querer ver lo que me rodeaba, la madrugá me envuelve y envuelve y no logro borrarla, admiro la fuerza de voluntad que impone más la cabeza a la desmedida unidad del calor estival que nos arrastra a la orilla de un mar que se desinflan poco a poco, y cada vez más y más, porque es inevitable buscar pero con la misma respuesta irreversible, me puedo dejar llevar por olas de una marea de bulla que busca la fotografía perfecta de un cielo azul, cuadro de ángulos que encajan el círculo perfecto de una vida, que aunque con apellidos no significan nada para mis sueños…

Sentado en mi privilegiado asiento de la atalaya, donde los dorados y anaranjados junto con los malvas, cromática paleta de color y de olores que mas que envolverme en fragancias, susurran en los oídos de mis sentidos, rozan el paraíso solo comparado con la piel dorada de una cara morena, es soñar con los ojos abiertos, ojos puestos en el valle de la eternidad… Eterno como el sentido de las agujas del reloj que marca el tiempo exacto de una vida, mira si la muerte es benévola conmigo que me ha dado una vida de ventaja antes de llamarme la parca, eterno es el sentir de una corneta, que con toques de agudos hacen volar a los vencejos entre las gradas catedralicias en un azul turquesa y celestes inmaculados a los pies de la giralda, eterna es la imagen que guarda en la retina de la mirada dulce y verde de esperanza cuando ves el primer amor entre una palmera alta y una burrita color nacarada, ya se fue el mago que cuenta la leyenda que de Gadiz llego a las costas de Tiro, pero que hace señalar el camino de la adoración a un niño que en poco más de setenta días es Rey y Reo, pero mi sentir viene del sonido de la Eternidad, del susurro de la brisa de un río, de la tierra mojada que me huele huerto y olivar, que es igual en Gadir, Hispalis o donde me ha recibido como a un nuevo amor Corduba es inevitable pensar que mi Eternidad va de la mano de Rosario…



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