Fueron las letras y más letras las que aquí comenzaron a fraguar este sueño, entre conversaciones discretas y tardes largas, nació la magia imperfecta, la ilusión por el detalle, la disparidad de los sonidos, que logró sellar dos mundos distintos y un mismo caminar. Porque esta prosa lleva tu nombre, que realza la belleza de su contenido y la magia en mi palabras, que a medida que va detallándote, se hace más excelsa…
Callo al mirar mi próximo horizonte en tu delicado caminar, y vamos juntos lo creas o no ¿Soleá me das tu mano?. Mientras guiándome atreves de las agujas de un próximo tiempo, quizás haya una indiferencia mal soñada, creada por el placer que me da observar mientras me recreo perdido entre los doce guardianes de tu templo, sonrío a medias ocultando mi inconformidad, en el teatro en que se convierten tus calles abiertas al día a día o del resto de los días… En eso tú decides.
Después de todo, todo está por vivir, hagamos una cosa… te doy venia a que me indiques la senda a tu corazón, te escucharé por todas las veces que perdonaste, pero también rogándote que escuches mi petición, me hagas participe de tu Dulce Tristeza… Me hagas participe de un momento, esa milésima de instante, una oración, una nueva conversación, ese dialogo perfecto entre mi ser y tu tristeza, una redención de este castigo autoimpuesto por la distancia entre dos mundos y ha escasos cinco metros, por pensar más que sentir, culpables soy por dejar al corazón oír… a que amanezca nuevamente esperare, hazme el trayecto dulce, mientras busco la tonalidad que une nuestras almas, usa el sello de tu inicial con una “A” angelical y que se haga imborrable al tiempo buscando la estela que nos guíe al dialogo de la realeza del alma…
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