No creas que me he olvidado de nuestro amor, tan solo se ha añadido otro nombre, no he olvidado mi promesa, pero otros nombres, otras calles y otra madre, pide que cuide de su tristeza, mi arrabal no se ha perdido, solo se ha dividido, es la dualidad de la historia de vida, aun lado Sevilla, al otro Triana, con sus dos Esperanzas, aun lado un arrabal y al otro un rio dividido, pero dos madres que lloran en el pañuelo de un mismo suelo. Por eso mismo en la soledad de mi diván, ya la espera significa esperar, esperar, para verte y sentir la sensación que da tu delicado aroma, quizás tu tenue belleza, quizás resistiré el tiempo como las agujas marcadas de un reloj en la eternidad, para que te encuentres conmigo, y mi corazón...
Te voy a ayudar; sólo aceptaré compartirlo, ¿Si buscas refugio? Te ofrezco la pasión que mostré desde el primer instante que supe tu nombre.
¿Si la devoción es poner una muralla de nombres? Solo te llamare Madre, porque la tristeza no entiende de silabas pero si de silencios y oraciones…
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