La ciudad despierta de su sueño, el sueño de la noche, tensa
la madruga, donde en cada rincón de la ciudad se vislumbra el nuevo día, luz de
luz, en busca de la ansiada noche, luz de luz, cálida de la mañana para el
recuerdo, luz de luz, la luz del vivo en el sueño de los despiertos, ¿Aun
dormidos o ya despiertos? La ciudad enriquecida de matices busca con ahincó el
sueño de los despiertos, la ciudad convertida en metrópolis metatarsiana del más
loco de los cuerdos, mira cada rincón de urbe milenaria y concepto de venida,
la ciudad que guarda, analiza y que reta al mismo dios sol en la mañana. ¿Qué
debo ver o buscar? La quinta esencia del foráneo es la antagónica del ciudadano
que arde en deseos de volver a soñar una y otra vez lo vivido, el foráneo en
cambio solo se desprende de la lógica cuando encuentra la visión del sueño de
los despiertos, nunca… en la posibilidad de conocer despierta su ansia de
aprender, ver, oler, pero el ciudadano ya lo conoce y no se reprime al valorar
los más visto, lo más recordado, ¿Y qué me queda a mi ante la Urbe perfecta?, ¿Que
queda? ¿Cuál es la cuota que debo pagar, ante tan grande espectáculo? Quizás
llegue y vuelva a retomar la senda de la vieja urbe, de la milenaria y no de la
moderna, solo me queda el sueño de los despiertos que una vez más empiezo a
soñar en la mañana y no con la noche.
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