domingo, 28 de septiembre de 2014

Metamorfosis


Observo pasar los días lluviosos cual crío tras el cristal en las tardes olvidadas de invierno, que ansía el calor del brasero en su regreso del paseo de media tarde, viendo como los caminos por donde ha derivado mi vida se encuentran desolados, inhóspitos, inmersa en ilustraciones construyendo con la ilusión de un “quizás”. Corrientes de arroyos de historias de la antigua urbe se dejan colar por mi mente, no existe un solo segundo donde no estés…

Entiendo a veces poco lo que siento y comprendo, solo imagino ver caer del sol los rayos de luz en una tarde en la lejanía del mes de marzo, cuando las primeros cantos de vencejos se aniden en las gradas de una ciudad donde soy mero espectador del más bello y universal de los poemas escritos “Ciudad aquí tienes tu tiempo añorado”. Ante una duda, un despertar y abrir de estos ojos que solo veían para ti, un color, quizás adivine un olor y Sevilla te ha envuelto entre el batir de alas y el suave grajeo de una mañana de brillantes colores metamorfoseados, no es ilusión, no es mi sueño, es la realidad de un despertar que se hace eterno mientras te lo describo y tu lo sueñas una vez más.

No puedo morir en el abandono de mi sueño, pasar del dolor y del olvido, al clamor, al éxtasis de ver una vez más el blanco caminar entre la vereda verde, de clavada mirada de niñez inocente en busca de la mitad de mi alma, porque la otra mitad estará prisionera en el secreto guardado del corazón de la ciudad, sangro prosa y versos profusamente y tú… ¡dejándome morir por ti!.

La desnudez y la transparencia de mi proceder para tus ojos, se transformaron solo en pasajero de un viaje con cicerone que muestra orgulloso tus calles sinuosas como tu cuerpo, la oscuridad donde un “todo” se convirtió en “nada” y tan solo bastaron segundos para derribar los sentidos que afloran, el silencio no es silencio en Sevilla, ni la pasión es posible de explicar sin estar junto a ti.

Dijo un poeta que lloro mientras escribía “Podrás borrar físicamente todo cuanto te haga recordarme pero en tu pensamiento y en tú corazón he de estar eternamente pues yo he decidido dormir eternamente en el corazón de esta ciudad, acunarte lentamente con su latido y una vez más volverlo a escuchar”.

Tú temor se volvió puente…
mí realidad inalcanzable,
colocándome a las puertas de Triana…
del atardecer de un adiós eterno.

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