Una vez tuve un sueño. Ese sueño se hizo realidad, el problema de otros
sueños es quedarte en ellos y ver que los años pasan y no se han cumplido. Pero
este sueño era distinto. Soñar es necesario para poder seguir viviendo, para
poder sentirte vivo. Con sueños, la esperanza se mantiene viva. Pero mi sueño era
especial. Los sueños nos hacen más libres. Nadie puede intervenir en ellos.
Nada los derriba, tienen cimientos fuertes e ilusiones renovadas. Era un sueño
sin forma, ni tiempo. Durante el mismo, podemos llegar a estar muertos y
despertar de la muerte sin despertar del sueño. Podemos morir sin dejar de
vivir. Mi sueño no era futuro, no era pasado. Lo tremendamente hermoso de los
sueños, es no saber qué estás soñando. Llegan a nosotros, dormidos o
despiertos. No era sueño dulce era un sueño eterno. No podemos controlar el
destino ni decidir el cuando o el donde…, de la misma manera que podemos
decidir empezar a soñar incluso despiertos. Era un sueño que ya ha empezado y
nunca acabará. Mi sueño es no dejar de soñar. Mi sueño cambia de forma y lugar,
nunca es el mismo pero siempre está ahí. Siempre me acompaña. Y espero que aunque
se cumpla, poder seguir soñando.
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