Donde el perpetuo quebranto, hiere la piel con la lanza como Longinos, donde tu ausencia me alcanza y se desvanece el llanto va muriendo la esperanza de sentir el goce santo…
Enardecidas de magia las caricias se enturbian y van tejiendo distancias, impregnadas de melancolía con el aire y la brisa…
Solo el eco me responde ante una añoranza tan lejana, cuando pronuncio tu nombre hasta mi piel te reclama ¿En que lejanía se esconde? Tras el ardor de esta llama ¡Porque busco y no encuentro quien ha secuestrado mi alma!