miércoles, 10 de octubre de 2012

Aquella tarde de 1.972




Aquella tarde del Viernes Santo, la luz intensa color anaranjada y triste de la tarde no traían buenas noticias quizás los idus de marzo, o dios sabe que…  la Soledad estrenaba una saya de raso blanco bordada en oro por Dolores Pérez Toscano una saya que no hace justica a la bella imagen del convento Franciscano pero que si marca un antes y un después en su ajuar. Las puertas del convento de San Buenaventura se abrieron a las siete de la tarde, tal como estaba previsto, la muchedumbre ya atesoraba que el hito de la historia en la vieja urbe iba a cambiar de buenas a primeras, hizo su aparición la Cruz de Guía y se puso en la calle a pesar de la llamativa y preocupante ausencia de un personaje menos valorado y despreciado por muchos en esa época, anteriores y antiquísimas desde los tiempos remotos y oscuros de los siglos pasados, pero como cesar su decadencia estaba escrita y marcada ya con fecha en los pilares de la Hispalis cofradiera… faltaban los costaleros. La Junta de Gobierno sólo contemplaba la posibilidad de un retraso, de una falta de puntualidad, pero la realidad empezaba a ser la que desdichadamente marcaba la triste tarde de Viernes Santo y no por el hecho en sí, si no por lo que acontecería... Lo cierto es que el capataz contratado por la hermandad no se había presentado porque no disponía de cuadrilla.

El Hermano Mayor de la Soledad, solicitó al Consejo de Cofradías pasar por la Carrera Oficial tras el Cachorro, con la intención de ganar tiempo para reclutar costaleros de otras hermandades. La primera llamada fue realizada a D. 
Antonio Rechi, capataz de Montserrat, que lamentó no disponer de hombres suficientes para completar las trabajaderas de un paso entero. Ante el cariz que tomaban los acontecimientos, el Diputado Mayor reunió al cuerpo de nazarenos de la cofradía para informarles de la situación y rezar el Santo Rosario. “se rezaba el cuarto misterio, Jesús con la cruz a cuestas, cuando se presentaron en la Iglesia el Hermano Mayor de Montserrat, Guillermo Pickman Albandea, y su Mayordomo, Rafael Jiménez Cubero, comunicando que habían decidido ceder la cuadrilla del paso del Santísimo Cristo de la Conversión del Buen Ladrón, que se quedaría en su capilla.

El Cristo de la Conversión se quedó en la capilla de Montserrat, acompañado por un grupo de fieles. La Soledad alteró su itinerario para pasar por delante de la capilla de Montserrat y formar una sola y original cofradía con nazarenos de hábitos distintos que acompañaban a dos pasos de virgen. La Cruz de Guía de San Buenaventura entró detrás de San Isidoro, que acortó su llegada a La Campana por la calle Martín Villa. El recorrido de regreso de la Soledad desde la Catedral también se hizo coincidir con el de Montserrat, por las calles Alemanes y Hernando Colón, hasta llegar a la Plaza Nueva. Una vez allí, en la esquina de Tetúan, el paso de la Soledad giró a la altura de la calle Granada y esperó al palio de Montserrat. Ambos pasos se colocaron frente a frente y fueron levantados al mismo tiempo, al golpe de un solo martillo y guiados por un solo capataz, Manolo Rechi y La Soledad entró en su convento a, las dos y media de la madrugada. Al volver a la Iglesia conventual, la hermandad franciscana decidió nombrar a Montserrat hermana de honor por aquel gesto de generosidad y solidaridad sin precedentes y poner las flores de las jarras de su paso a los pies del único Cristo que se quedó sin salir en aquella Semana Santa de hace cuarenta años.

A la mañana siguiente, el Padre Rafael Bellido, presidente adjunto del Consejo de Cofradías, reunió a todos los representantes de las hermandades sevillanas en la Sala Capitular de los Servitas, hermandad que se disponía a realizar esa misma tarde su primera estación de penitencia. En correspondencia con el bello gesto del día anterior, el Consejo decidió por unanimidad invitar a Montserrat a integrarse, con el paso del Cristo de la Conversión, en la procesión del Santo Entierro que saldría esa misma tarde desde San Gregorio. Con cinco horas de antelación, Montserrat no encontró costaleros para formar una sola cuadrilla y la imagen tallada por Juan de Mesa tampoco pudo salir el Sábado Santo. La crisis de los costaleros profesionales estaba servida y finiquitada, por que dio pie a lo que sucedió justo meses después Javier Fal Conde decidió junto a la Hermandad de la Vera Cruz crear una cuadrilla de costaleros con Hermanos para la Cruz de Mayo de la Hermandad y del resto en los Estudiantes con Salvador eso es ya otra historia…..

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